Pero se consideraba un joven fuerte, creía que no todos habrían superado las situaciones que el había pasado, y se auto-analizaba ligando sus entreveros mentales a cosas como *Hay gente que la debe pasar peor*, confundiéndose aún más en su combinación sentimiento/mente. con su situación *¿y por qué me siento tan mal ahora? ¿Es que simplemente no puedo aceptar la realidad que me toco vivir? ¿Será normal que me pregunte estas cosas, o estaré en el sendero de llegada de algún trastorno mental?* Por lo general cuando llegaba a estas conclusiones es cuando se forzaba a terminar con sus ideas, para enfocarse en algo más, algo que lo despejara... Y es aquí donde aparecía esa luz que lo levantaba, lo acurrucaba y dejaba explotar toda su ira, euforia, y aquello que generaba su sentimiento de inferioridad y de agachar la cabeza para/con los otros...Esa luz podía, con abrazos, con besos, o simplemente con una charla amistosa y de interés, ponerle los pies mas cerca de la tierra y ayudarle a reordenar las cosas para encararlas desde otra perspectiva.
La desilusión es otro rasgo que identifica a cada uno. Nos ilusionamos/desilusionamos por distintas cosas, que tienen que ver con la historia de vida de cada uno. Algunos se desilusionan por no poder comprar "x" objeto, otros por no poder practicar determinado deporte o sencillamente puede ser por no poder salir, por el tiempo, por el trafico, etc. no hace falta explicar más. Pero a lo que quiero llegar es que toda desilusión sirve, tal vez amarga un poco, pero hay que recordar que "debemos caernos para poder levantarnos" y muchas veces la desilusión trae consigo enseñanzas muy importantes nos ayudarán en nuestra vida. Está en nosotros ser luz de ilusión con las personas que nos importan, para evitar la caída abismal hacia el verdadero pozo de la desilusión, un pozo en el que tuve la suerte de no caer...aún.
Les agradezco el haber leído esta entrada, que pasen bien.
"Perder una ilusión, hiere. Perderlas todas, mata."
José Narosky
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